Invitación a trabajar por un Chile mejor


Amigas y amigos, conciudadanos y conciudadanas; les queremos hacer una invitación apelando a principios y virtudes que nos vinculan y que nos obligan moralmente a desarrollar actividades que tengan como fin un Chile socialmente equilibrado, justo y feliz.


Tenemos la convicción profunda que existen en la sociedad las capacidades para llevar a cabo iniciativas ciudadanas y democráticas concretas que abran las puertas a la participación de las personas, del pueblo chileno en las decisiones políticas que determinan nuestro vivir y de las generaciones futuras.


Nuestra democracia representativa está gastada, llena de vicios políticos, propios del quehacer tan sui generis de nuestras castas familiares gobernantes. Las dinastías políticas hacen del nepotismo y las cúpulas de poder formas de salvaguardar los asientos en las instituciones del Estado, haciendo casi imposible el ingreso de ideas renovadoras y visionarias que ayuden a la diversidad y pluralidad que requiere el desarrollo de nuestro país.


Ha llegado la hora de que nosotros, la clase trabajadora, asumamos un rol más activo, convincente y comprometido con el futuro de Chile y con nuestros propios destinos.


Tenemos que buscar mecanismos para luchar contra una la pasividad cívica e indifirencia que expresa lo individualista y competitivo del modelo. Se ha diluido en el individualismo nuestro concepto de bien común. Todo lo anterior nos obliga a juntarnos para hacer un Chile mejor. Podemos y debemos hacerlo; unidos, afianzados, leales y dinámicos, no hay otro camino que la hermandad basada en ideales y principios comunes, en esperanzas colectivas y en convicciones profundas y sinceras.


PRINCIPIOS GENERALES DEL CID


- Humanismo Laico

- Educación laica, pública y gratuita de alta calidad

- Democracia Participativa

- Regionalismo Federalista

- Desarrollo Sustentable



¿Cómo podemos cambiar la realidad política? Nuestra respuesta es creando espacios de participación ciudadana, buscar a más de nosotros, sumar personas que no son felices con el Chile de hoy, ser gregarios valóricamente. Sumar masa crítica socialmente preparada para entregar parte de su vida por valores humanistas-laicistas y por la justicia social. Debemos empoderarnos de nuestra realidad, manifestarnos intelectualmente por todos los medios que estén a nuestro alcance, desarrollar mecanismos ciudadanos democráticos, debemos ser un cuerpo organizado, ser un referente de que sí se puede, presionar a las autoridades, vigilarlas y ayudarlas en las iniciativas nobles, recuperar las universidades como centros de las ideas y del crecimiento humano, trabajar con las bases sociales y formar un cuerpo formal, serio y responsables de política ciudadana.


Los invito a que seamos Ciudadanos Independientes y Democráticos, que nos agrupemos en un colectivo social, que nos comprometamos a trabajar por un Chile mejor, a dejar de lado parte de nuestras posibles comodidades particulares para entregarnos a nuestros principios y convicciones sociales, a que seamos congruentes con lo que hacemos y pensamos, con el sólo fin de entregarle a las generaciones futuras un país feliz y no uno hundido en el consumo y la automatización del ser humano.

¡Vamos que podemos!


EmpeCIDnados por un Chile mejor


lunes, 6 de septiembre de 2010

La brecha entre el activismo social y la política de partido



La frontera entre organizaciones sociales y partidos políticos es muy permeable a tramos y, en cambio, muy tensa en ocasiones, incluso cuando hay afinidad ideológica. Los movimientos críticos achacan estas tiranteces a una política profesionalizada donde la militancia es una carrera de obstáculos, donde el trabajo muchas veces es más orgánico, interno, que de cara a la sociedad. Desde los partidos, se critica el sectarismo y la falta de voluntad de adaptación de las organizaciones de activismo social, más concentradas en reafirmarse, se dice, que en llegar a soluciones.

sábado, 4 de septiembre de 2010

TERCERA DECLARACIÓN PÚBLICA DE HISTORIADORES EN APOYO AL PUEBLO MAPUCHE


Los historiadores e historiadoras que suscribimos esta declaración nos vemos, una vez más,  en la obligación moral de denunciar la sistemática política represiva que el Estado de Chile despliega en contra del pueblo mapuche. Las comunidades mapuche que han levantado como principales demandas la restitución de sus tierras ancestrales, el respeto a su condición de nación y el reconocimiento a su autonomía política, enfrentan hoy día una triple ofensiva represiva.
En primer lugar, policial. El territorio de la Araucanía continúa fuertemente militarizado, las comunidades son allanadas periódicamente y en la mayoría de las circunstancias sus habitantes son objeto de golpes, insultos y acciones de amedrentamiento. Los comuneros han denunciado, incluso, que sus viviendas son destruidas y sus alimentos y enseres son arrojados al piso. El trato que la policía brinda a mujeres, ancianos y niños es vejatorio y humillante. El despliegue policial, además, se caracteriza por el uso abusivo de un sofisticado arsenal, que incluye, helicópteros artillados, vehículos blindados, armamento automático y gases tóxicos.